¿Ves al
número 6?, pues sal y dale métele un bocata para que se le quite la tontería.
Esta frase
se la dijo un entrenador de baloncesto de infantiles a uno de sus jugadores
mientras esperaba en la silla de cambios para entrar en pista. El jugador era
yo, el entrenador, por suerte para el no recuerdo su nombre completo, porque si
no, no dudaría en ponerlo aquí y ahora.
He querido
comenzar con este contundente pero real ejemplo, esta reivindicación, que está orientada a
mentalizar a la gente, de que las diferentes conductas antideportivas que
campan a sus anchas por las pistas de todo el mundo, están desvirtuando la
esencia del juego. Estoy hablando ni más ni menos de las llamadas “faltas
tácticas”.
Se denomina
falta táctica a cualquier falta que no se comete como consecuencia de una
acción defensiva u ofensiva propiamente dicha. Es decir, si yo realizo una
acción defensiva, como por ejemplo robar un balón, y le golpeo la mano al
defendido, es una falta normal, derivada de un lance del juego. Lo mismo pasa
en ataque, si yo hago un bloqueo, me muevo e impido progresar al defensor,
también estoy haciendo una falta normal.
Tremenda falta de Afflalo. |
Las faltas
tácticas se diferencian de las normales en su intencionalidad. Una falta
táctica está hecha con la única premeditación de detener el juego en beneficio
propio, o forzar al otro equipo a adoptar una situación ofensiva o que no era
la que querían ejecutar en ese momento.
En
cualquiera de los casos, dichas faltas deberían ser calificadas como
antideportivas y deberían tener más castigo del que habitualmente tienen, pues
lo que consiguen muchas veces, es hacer que equipos que no merece ganar el
partido, le den la vuelta al marcador a base de malas artes. En el deporte en
general, y en el baloncesto en particular, debe ganar el que más lo merece y
eso debería ser innegociable. En las faltas tácticas, el infractor es el que
saca beneficio de dicha señalización, mientras que el perjudicado es el jugador
que la recibe, circunstancia que resulta ser una paradoja tremenda, a la par
que una alteración del orden natural del juego.
Los
entrenadores de baloncesto, muchas veces, parten de una premisa equivocada, que
les hace pensar que las faltas que puede hacer un jugador antes de ser
expulsado, son ases tácticos que guardan en la manga, para utilizar en momentos
determinados. Eso nunca debería ser así. Ese pensamiento se ha ido arraigando
en los técnicos a lo largo de los años, motivado por la ausencia de medidas
tomadas por los comités de competición, de árbitros y demás estamentos que
puedan tomar cartas en el asunto. En su día los Detroit Pistons de Thomas,
Laimbeer, Rodman y compañía; los míticos “Bad Boys”, se turnaban para ir haciéndole
faltas a Michael Jordan y así intentar desesperarlo mientras ellos se repartían
las faltas para no ser eliminados.
Rodman y Thomas dándole un "recadito a Jordan". De fondo Vinnie Johnson asombrado. |
Contraataques
claros en superioridad cortados por contactos desproporcionados por parte del
defensor; canastas a punto de producirse
impedidas por violentas acciones defensivas; equipos forzados a tirar dos tiros
libres por ser objeto de falta, cuando por necesidad , se disponían a intentar
un triple; y sobre todo, la última moda del “Hack”, son conductas habituales
partido tras partido.
El “Hack”
consiste en buscar un objetivo en el equipo rival, que sea un mal lanzador de
tiros libres y hacerle faltas intencionadas, incluso antes de que se ponga el
balón en juego, porque hay un muy elevado porcentaje de posibilidades de que
falle los lanzamientos, por lo que el equipo infractor consigue una nueva
posesión y no ha transcurrido nada de tiempo en el reloj.
Esta situación,
desgraciadamente, se está dando en muchas ocasiones en partidos NBA sin que el
señor Adam Silver tome cartas en el asunto. Probablemente esté más ocupado en hacer
caja con las sucesivas y eternas despedidas del señor Bryant.
Wesstbrook subiéndose encima de DeAndre Jordan para llevarlo a la linea de tiros libres |
Todo esto se
solucionaría penalizando dichas faltas, con dos tiros y posesión para el equipo
agredido, así dichas acciones carecerían de sentido. De todas formas, a mí
personalmente me parece que la mejor liga del mundo no se puede permitir este
tipo de cosas, pero mientras los entrenadores sigan felicitando a un jugador
por haber hecho una falta intencionada en un momento determinado, el mal está
muy adentro.
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