viernes, 18 de septiembre de 2015

No diga Benjamin Button, diga Felipe Reyes


Cada vez que me siento a ver un partido de baloncesto en el que participa Felipe Reyes me digo: hoy no me puede volver a sorprender, es imposible. Pues bien, muchos son los días que me levanto de mi sofá y digo tras ver ese partido: lo ha vuelto a hacer.

Como madridista debo reconocer que el Felipe de los inicios, el de Estudiantes, me crispaba, me alteraba y me ponía de mala leche. Evidentemente defendía sus colores, pero de una forma un tanto desagradable a causa de la juventud.

Tras su fichaje por el Real Madrid uno podía pensar que, bueno, bien, pero que ese pasado en el Ramiro le iba a pasar factura, que la adaptación no iba a ser fácil y que el madridismo le viese con buenos ojos, tampoco. Craso error, porque esta persona ha demostrado tener una cabeza muy bien puesta sobre los hombros.

Ha sido insultado, tildado de pesetero y de no sé cuantas cosas más y jamás ha tenido un feo gesto con esas aficiones que tantas “lindezas” le han dedicado. Pero yo voy más allá y es que el carisma que ha demostrado, que demuestra a diario, le ha llevado a ser unos de los capitanes mas importantes de la historia del club blanco y muy difícil lo va a tener el siguiente capitán para estar a su altura, aunque Llull está en disposición de hacerlo también.

Si hablamos de la persona solo puedo hablar también maravillas. En 2008 iba paseando  con mi familia por Andorra y al entrar en una tienda allí estaba Felipe. Me acerqué con mis hijos, que por entonces tenían 10 y 7 años y el trato que les dispensó  fue de un gran tipo, de una gran persona y jamás lo olvidaré.

Ahora voy  a  lo estrictamente deportivo. Felipe ha sido uno de los jugadores que más ha mejorado a lo largo de su carrera. Recuerdo aquel Reyes que de cada dos tiros libres fallaba uno, cosa que solucionó quedándose a lanzar 2 millones de ellos después de los entrenamientos, o ese tiro a media distancia que ya no suele fallar. Incluso de vez en cuando se atreve con algún triple ganador y si hablamos de los rebotes o de lo que no sale en las estadísticas, ¿qué os voy a decir que no esté dicho ya?.

Pero lo que más me sorprende de este jugador, y de ahí el título de mi artículo, es la eterna juventud que parece tener. Eso sólo se consigue si eres un profesional como la copa de un pino y dedicas tu vida y tu cuerpo a tu profesión.
A sus 35 años parece ir envejeciendo como los buenos vinos, o mejor dicho, a sus 35 años parece ir rejuveneciendo como el personaje que encarna Brad Pitt.


Ayer, en el Francia – España, volvió a hacerlo, volvió a sorprenderme por enésima vez. Pau Gasol se llevó todos los honores, pero yo me acosté pensando en lo magnífico que es y lo que facilita las cosas un numero 9 que es casi siempre un 10. ¿Verdad Orenga?

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