¿Qué tienen en común Jeffery Taylor, KC Rivers, Ndour,
Thompkins, y Lima con Anderson, Nutt, Frederick y McDonald? Quizá a muchos no
os suenen de nada los segundos, bien porque seáis muy jóvenes o porque no les
recordéis por haber pasado sin pena ni gloria por el equipo de baloncesto del Real
Madrid en la temporada 1989/1990, equipo que estaba dirigido por George Karl y
que disputó, y perdió, la final de la Recopa frente a la Knorr de Bolonia de un
jovencísimo Ettore Messina ese mismo
año.
¿A qué viene todo esto? Pues viene a que, a pesar de que está
bastante claro que los tiempos han cambiado y que los extranjeros que juegan en
Europa ya no son ni de la misma calidad, ni tan determinantes como los que
jugaban en los años 80 y 90, el Real Madrid ha entrado en un bucle de fichajes
muy parecido a lo que sucedió en aquella misma temporada tras la marcha de
Drazen Petrovic a la NBA y el fallecimiento de Fernando Martín. La búsqueda incesante
del jugador que hiciese encajar las
piezas de nuevo para conseguir títulos. Si no lo sabéis, eso no ocurrió
entonces y tiene todos los visos de que no va a ocurrir ahora.
Se dejó marchar a Slaughter, a quien yo no le daba mucha
importancia…pero que la tenía eso está claro a estas alturas. Se dejó marchar a
KC Rivers, y se ha recuperado a su hermano el que no mete ni una, aunque le
daremos un margen de confianza por acabar de regresar hace un mes. Se ha
fichado a un tipo con cara de loco, Jeffery Taylor, que ni ataca, ni defiende
(por mucho que Nicola Loncar quisiese ayer destacar su partido en defensa sobre
el base del Laboral) ya que yo le he visto pasar los bloqueos andando cuando
defiende a Teodosic o a Spanoulis. Se ha fichado a Ndour para tapar no sé qué
parche, porque no juega. Se fichó a Thompkins, que empezó dando muestras de una
calidad innegable en el tiro de larga distancia, con una tremenda efectividad
pero, tras su lesión de muñeca, ni tiene tiro, ni tiene la confianza del
entrenador, y ayer el culmen fue un tiro al canto del tablero…como los que hago
yo cuando juego pachangas. Ahora se ha fichado a Lima con la esperanza de que
sea la pieza clave del equipo, pero me temo que lo único que ocurrirá es que
sirva para quitarle más tiempo de juego a Willy Hernangómez y que éste decida marchar
a la NBA en busca de esos minutos a final de temporada.
En cuanto al partido de ayer ¿qué se puede decir? Pues que
fue un partido muy equilibrado en los dos primeros cuartos, ya que el Real
Madrid no defendía los tiros exteriores del Laboral y se hincharon a meter
triples entre Bertans, Causeur, Blazic y Tillie (curioso ver que con mucho
menos presupuesto tengan jugadores mucho más determinantes que el Real Madrid),
y el equipo Baskonista sufrió con el juego interior de los blancos gracias a un
enorme Willy Hernangómez. Claro está que las cuentas no salen, ya que el equipo
vitoriano sumaba de 3 en 3 y los madrileños de 2 en 2…y gracias.
En el tercer cuarto se rompió el partido gracias a los 10
puntos del Real Madrid en ese cuarto y a la lesión en el hombro de Felipe
Reyes. El Real Madrid mostró todas sus carencias en ataque: cuando los tiros de
3 puntos no entran no hay nada que hacer. Ayer 4 de 21. El equipo local mostro
todo un repertorio de impotencia, de un quiero y no puedo, a través de sus
penetraciones taponadas por Diop (resulta que sí que pueden jugar pívots
intimidadores que midan más de 2.05), de sus pérdidas estúpidas, de sus tiros
lejanos precipitados y de un entrenador que da la sensación de no saber moverse
con soltura cuando la presión por ganar aprieta.
Este año el Real Madrid basaba su juego en meter más puntos que el rival, y eso ayer no valió para
nada ante un equipo serio y bien conjuntado, con jugadores físicos y no exentos
de técnica y recursos en ataque, que le dejó en unos pírricos 68 puntos.
El Real Madrid debería de empezar a preocuparse, ya está a
mitad de temporada y no se vislumbran indicios que muestren una mejoría en el
juego. Las derrotas tenían excusa hasta ahora en el hecho de no haber realizado
una pretemporada adecuada, pero ahora el tiempo se va echando poco a poco
encima y empiezan a jugarse los partidos importantes por los títulos y, a este
equipo, no le vale con ganar la Copa del Rey.
El Laboral Kutxa es un equipo fantástico en ataque y en
defensa, magníficamente dirigido por un Perasovic que no valía para el
Valencia, ni para la selección de Croacia, pero al que Querejeta parece haber
dado mando en la plaza y ha hecho que este conjunto de jugadores crean que
pueden lograr grandes cosas esta temporada.
Ambos equipos parecen haber hecho un viaje al pasado, unos
por unos motivos y otros por otros.
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