jueves, 17 de marzo de 2016

¿DÓNDE ESTÁBAIS QUE NO SE OS VIÓ?



Este partido era algo más que un partido. El Real Madrid se presentaba en el Palau con la idea de vengar la derrota que sufrió en la ida en el último segundo a manos de Doellman después de dejarse remontar un partido que tuvo ganado. El Barcelona dependía de sí mismo para alcanzar y sobrepasar a su eterno rival y dejarle fuera de los cuartos de final de la Euroleague…al menos momentáneamente.

El Palau tiene el encanto de los pabellones de antaño, con las gradas echándose encima de la cancha, con los aficionados presionando en el cogote de los árbitros y de los jugadores rivales, llevando en volandas a los suyos en los momentos más difíciles, algo así como era el antiguo pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Tan sólo faltaba el humo prohibido de los cigarrillos que se consumían como si fuesen pipas por los nervios. Pues este campo, obsoleto y anticuado en muchos aspectos, ha sido determinante (como lo fue la semana pasada frente al CSKA) a la hora de tomar decisiones concretas y puntuales por parte de los árbitros. Ojo, con esto no quiero decir en absoluto que los colegiados hayan tenido la culpa de que la victoria se decantase hacia uno u otro bando, pero sí que determinados contactos se señalan de un modo u otro dependiendo de cómo se encuentre el ambiente…y eso sabemos todos que es así.

Si algo ha quedado claro es que, por si había alguna duda al respecto, los partidos importantes, los partidos que conducen a la gloria, los partidos que dan los títulos,…esos partidos se ganan atrás, en defensa, con intensidad, con mentalización, con determinación, bajando el culo a la altura de las corvas y mirando a los ojos a tu oponente para que sepa que tú eres su peor pesadilla y que meter un punto le va a costar Dios y ayuda.  Esos partidos, aunque pueda parecer mentira, los hacía el Real Madrid hasta hace pocos meses. Partidos en los que era capaz de meter más de 90 puntos y, sin embargo, dejaba a su rival a 20 puntos de distancia (cuanto menos) gracias a unos terceros cuartos que sentenciaban los encuentros.

Pero ahora eso no ocurre. Ahora el equipo dirigido por un Pablo Laso que me tiene confundido, ya que no sé si es que no sabe qué hacer para que sus jugadores reaccionen a tiempo para solucionar un desastre que se avecina igual que un tsunami a la costa, de manera silenciosa pero inexorable, imparable, pero que traerá consigo el desastre y la devastación  debido a algún acontecimiento que sucedió un tiempo atrás, o bien el motivo es la tan manejada (y manoseada) excusa de la falta de pretemporada a pesar de que estamos en vísperas de comenzar a vislumbrar el final de esta temporada, o que no se ha acertado con los fichajes, o que se deshizo el equipo técnico que les hizo campeones de todo y se le llegó a buscar sustituto. El caso es que Pablo Laso me da la sensación de estar sobrepasado por los acontecimientos y que no sabe manejarse de la manera más adecuada en los momentos de máxima presión, cuando su equipo va por detrás en el marcador y se encuentra en una situación que es anormal por lo inusual de la misma.

El partido comenzó con un equipo al 100 por 100, tanto en defensa como en ataque, y otro equipo que estaba bajándose en el autobús y que no se presentó en el parqué hasta el segundo cuarto. Se puede entender que no se anote, que se salgan los tiros fáciles, que se pierdan balones estúpidos en pases sencillos, pero lo que no se puede entender en modo alguno es que tu rival anote ataque tras ataque tras ataque….una y otra vez. Los aros y las canastas tienen la misma medida en ambos lados…y el balón es el mismo para los dos. Lo que es distinto es la actitud. Y ahí fue donde el Barcelona dio un repaso en toda regla al Real Madrid en el primer cuarto siendo un equipo que jugaba a morir y a matar. Sin hacer prisioneros (25-4).

Otro motivo del suicidio madridista fue la diferencia en el rebote. Al descanso la diferencia en el rebote ofensivo era notable. El Barcelona había capturado más del doble que el Real Madrid en ataque, y esa es mucha ventaja concedida.

Aún así el equipo blanco arregló bastante el desastre al descanso. No podía ser de otro modo, ya que después de los primeros 10 minutos el Real Madrid se presentó en el campo y empezó a defender meridianamente bien y recortó la diferencia hasta un 40-28 que les daba alguna oportunidad de cara a la segunda parte. Habían podido agarrarse a una tabla.

Tras el descanso  llegó el turno de los colegiados, y se pusieron a dar un concierto de silbato que hizo que en tres minutos los dos equipos ya hubiesen entrado en el “malus” de los tiros libres. Enfriaron por unos instantes el partido y el Real Madrid fue el que mejor se aprovechó de esta calma chicha. Siguieron apretando en defensa y consiguieron ponerse a tan sólo un punto de desventaja al final de este tercer cuarto (52-51).

Apareció Carroll (supongo que hoy no habría ningún ojeador del CSKA. Se le habría quitado cualquier intención de ficharle de cara a la próxima temporada), Felipe se bregaba como un verdadero jabato bajo los tableros imponiendo sus cojones ante los dos morlacos bragados que el Barcelona tiene como pívots (Dorsey y Samuels) y por un momento me pareció verle transformado en Fernando Martín frente a Norris, y Ayón dejó de comerse las fajitas para volar hacia el aro rival a base de alley-ups. Así el Real Madrid se puso por delante con un 52-58 que les hizo creer por momentos que lo peor ya había pasado y lograrían sobrevivir al final del todo.

Pero no contaban con la resaca final. Maciulis se había quedado en Kaunas de vacaciones (0 de 7 en tiros de campo), el hermano malo de KC Rivers tiene muy bien escondido al que estuvo el año pasado en la capital de España, Jeffery Taylor….ejem, por no hablar del resto de españoles que habían empezado su semana de pasión con unos días de antelación, junto a un griego que se ha leído la Ilíada y la Odisea y sabe cómo se desenvuelven los héroes ante lo imposible, y Perperoglou anotó los 7 puntos que le dieron la victoria al equipo blaugrana mientras la tabla a la que se había agarrado el equipo blanco no soportó tantas envestidas y se hundió cuando la esperanza casi se había transformado en realidad.

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