Ante la actual escasez de aleros altos dominantes en la ACB, hoy me ha dado por echar la vista atrás y recordar a uno de los jugadores que más me marcó en mis primeras visitas al Palacio de los Deportes, un tirador que ponía de pie a los aficionados y que a mí particularmente me llamaba la atención, su nombre es: Mark Simpson, raza blanca y tirador
Recuerdo que solía acudir al Palacio con mis amigos, durante el calentamiento de los jugadores, uno de los motivos principales de mi temprana asistencia, era el presenciar las tandas de triples que hacia Simpson, era todo un espectáculo verle lanzar 20 triples seguidos sin fallo alguno, la gente le jaleaba y el siempre contestaba con una pícara sonrisa en su rostro, su mecánica de tiro no era la más ortodoxa del mundo, pero hay que reconocer que efectiva era un rato.
Nació el 4 de febrero de 1961 en Fort Wayne, Indiana. Cursó sus estudios en la universidad de Catawba y fue elegido en el draft del 84 por los Denver Nuggets (puesto 149), una elevada elección que le obligo a emigrar a Europa en la temporada 84-85. Militó en diversos equipos de Israel, Francia, Grecia e Italia, hasta que en el año 89 el Cajabilbao se hizo con sus servicios y lo reclutó para la ACB.
En el año 91 y tras un par de grandes años en Bilbao, el Madrid se hace con sus servicios, el jugador aterriza en nuestro club siendo todo un veterano ya con 30 años, durante los dos años que defiende nuestro escudo logra la Recopa del año 92 , la Liga y la Copa del año 93, un palmarés increíble y que engrandece su figura todavía más, su maltrecha rodilla le obligo a retirarse en el año 93 con tan sólo 32 años, todavía recuerdo sus aparatosas rodilleras que le acompañaron durante su última campaña.
Sus estadísticas en nuestra liga no dejan lugar a la duda, sus 18.9 puntos y 4.8 rebotes para 16.6 de valoración, nos dicen todo de lo completo que podía ser el americano sobre una cancha de juego. Cabe destacar también su enorme eficacia desde la línea de tres puntos donde se movía con un porcentaje superior al 40%, una auténtica metralleta que cuando estaba engrasada era una pesadilla para las defensas rivales.
Tras su retirada se convirtió en agente de jugadores, Mark realizó una exitosa carrera en Europa y con sus 2.03m de altura fue uno de los mejores aleros altos que ha pisado nuestra liga, es una pena que jugara en la ACB hace 20 años, porque si lo hubiera hecho hoy en día, a buen seguro que hubiera disfrutado de unos salarios millonarios.
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