Aquella tarde de domingo del 3 de Diciembre de 1989, recién cumplidos mis 18 años, había jugado un partido de fútbol con mi equipo. Al finalizar nos fuimos a un bar donde nos reuníamos varios jugadores del equipo y otros amigos para tomarnos unos refrescos y merendar algo.
Allí coincidía con Ángel, un amigo tristemente ya fallecido, muy madridista, que siempre andaba con un transistor y unos auriculares para escuchar a su Real Madrid de Fútbol. Era su pasión.
Le vi llegar con mala cara y se llevó el dedo índice al cuello haciendo el típico gesto ese de “Te voy a cortar el cuello”. No le entendí y le miré extrañado. En principio creí que me estaba diciendo que el Real Madrid había perdido pero se me acercó y me dijo:
-¡Fernando Martín está muerto!
Veintiséis años después estoy escribiendo esto y todavía se me pone el vello de punta al recordarlo. Imaginad cómo me quedé entonces.
Recuerdo que le pregunté:
-¿Cómo?
-¿Qué dices?
Entonces me dijo que Fernando había muerto en un accidente de tráfico.
Entonces me dijo que Fernando había muerto en un accidente de tráfico.
Me senté en una silla como si no existiese nada a mi alrededor. Al minuto reaccioné y le pedí al dueño del bar que cambiase de canal y allí estaba la noticia.
Tengo que decir que esto sucedía en un pequeño pueblo de Catalunya, y aunque las cosas por aquellos entonces no estaban tan calientes como ahora y que la mayoría de los allí presentes eran del Barça, todo el bar se quedó en silencio mirando el televisor. Aquello impactó a todo el mundo. Vi a esa gente del Barça allí presente con las caras desencajadas y ahí me di cuenta de quien era Fernando Martín. El respeto que el rival sentía hacia él.
Por mi rostro empezaron a caer unas lágrimas, también por el rostro de los pocos madridistas que estábamos allí hasta que no tuve más fuerza y me fui a mi casa a seguir llorando en la soledad de mi habitación.
Como digo siempre, uno llega a unas edades en la que dificilmente caben ídolos o mitos pero en 2012 me vine de vacaciones a Madrid, donde ahora resido, desde Girona. Al segundo día de estar en la capital agarré a mi familia y me fui al cementerio de La Almudena y me fui a visitar la tumba de Fernando. Sé que no es sitio para visitas y menos en unas vacaciones familiares pero quise ir para rendirle tributo y explicarle a mis hijos quién era esa persona y lo importante que fue en la vida adolescente de su padre.
En cuanto a lo deportivo no voy a escribir más que con él, y con algunos otros, empezó lo que es el baloncesto en España hoy en día y no hace falta que añada nada más porque todos sabemos quién fue Fernando.
Solamente he querido escribir estas lineas para recordar aquel domingo amargo que tuve, decir que Fernando fue uno de los deportistas más influyentes en mi vida, que fue también uno de los responsables de mi amor por este deporte y para decirle:
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